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La boliviana de Sábado Gigante, dejando huella en Miami

Su acento denota que la escultural modelo del cuerpo pintado y de los segmentos cómicos de Sábado Gigante no es centroamericana, ni caribeña. Daniela Cenzano Ugarte (34), es una cochabambina que hace 10 años acompaña a don Francisco, donde es más conocida como ‘Daniela, la boliviana de Sábado Gigante’.

Desde que adquirió su residencia en Estados Unidos y luego su ciudadanía, Daniela visita a su familia en Bolivia cada que el tiempo en la televisión se lo permite. Trata de venir cada año y esta vez, incluso, grabó algunos programas en Cochabamba que podríam ser emitidos por Univisión.

No fue difícil concertar una entrevista. Amable, sincera y con ese típico cariño que se expresa en su hablar bien cochabambino, Daniela abre su corazón y cuenta todo lo que atravesó en su vida para llegar a ser la modelo, locutora de radio y actriz cómica que hoy es.

Asume que ser elegida Miss Piernas en Sábado Gigante, le abrió las puertas que ella con mucho trabajo logró destrabar.

Labrando camino

Su niñez no fue fácil, pero el apoyo de su madre fue crucial para cumplir sus sueños. Cuando tenía un año, su progenitora, Rosa María Ugarte, se divorció de su padre, y cuando Daniela cumplió su tercer año de vida se volvió a casar con la persona que ella hoy considera su padre, Rafael Caero.

“Para mí él es mi padre, valoro y bendigo mucho también a mi padre biológico, sin embargo, estuvo muy ausente en mi vida, no puedo hablar mal de él porque no lo conozco. He tenido la oportunidad de verlo, pero no de convivir con él”, aclara.

A sus 11 años se emplea en el estudio fotográfico de Jaime Cardona, que en ese entonces, era el fotógrafo de las modelos más reconocidas en Cochabamba. Posteriormente, Daniela trabaja por las tardes, luego de asistir a clases, en la fábrica de papas fritas que su madre instala y donde ella la colabora en la fritura de las mismas.

Uno de sus grandes sueños en su adolescencia era ser guaripolera, pero sabía que tenía un alto costo y debía trabajar para poder conseguirlo.

“Estudié en muchos colegios, fiscales y particulares, pero mi deseo era desfilar en la banda de un gran colegio”, relata.

En busca de este sueño, a sus 15 años comienza a actuar de jueves a domingo con el famoso actor Daniel Travesí en Café Concert, pudiendo, de esta manera, pagar sus estudios en el Instituto Americano particular, donde logra entrar a la banda y ser una de las guaripoleras.

Mientras trabajaba con Travesí, Daniela empezó a modelar, gracias al empuje de una de sus hermanas mayores que en ese tiempo pasaba clases en la agencia de Marcelo Antezana.

“Recuerdo mi primer trabajo como modelo, fue en la feria exposición de Cochabamba, con un señor que vendía piedras zodiacales y hablábamos sobre sus influencias en las personas”, dice.

Apoyo crucial

Un momento decisivo para la carrera de Daniela y que ahora ella recuerda como el apoyo más importante que ha recibido, fue cuando en un desfile a sus 15 años debía cerrar el evento modelando y quitándose un saco para luego quedar en short y top.

No quería hacerlo porque le daba vergüenza mostrar sus atributos ante el público. “Mi madre me llevó atrás del escenario y me dijo: la modelo con ropa, con lencería o desnuda, igual modela. Si no estás dispuesta a hacerlo, no te metas y no me hagas perder el tiempo”.

Allí supo que podía trabajar siempre en el modelaje, pues recibía no solo el apoyo de su madre, sino la aprobación y la guía para elegir bien los trabajos que realizaría en su futuro.

Es por eso que hasta hoy no ha tenido ningún problema con el segmento que protagoniza en Sábado Gigante donde sale con el cuerpo pintado junto al oncólogo José Marquina, que habla sobre diversos temas de salud.

De modelo a ilegal

Llevó en la cabeza distintas coronas de reinados de belleza muchas veces, pero el que lleva siempre presente, y por el que hoy se encuentra en Estados Unidos, es el haber ganado el Miss Carnaval, cuyo premio era un pasaje aéreo para viajar al país del norte.

“Mi mamá se había ido un par de años antes a Virginia, por lo que me dije: si ella pudo comenzar su vida a sus 50 años, yo también puedo hacerlo”, cuenta.

Su progenitora buscó mejores días en Estados Unidos para su hija menor, que tenía problemas en la audición y en la vista. “Mi mamá ve esta oportunidad para ella porque los niños hándicap que tienen este tipo de problemas reciben mucha ayuda del Gobierno, además de una educación especial”, manifiesta.

Llegó a Virginia donde vivió un año y luego se fue a Miami buscando su sueño en la pantalla chica. No tenía la menor idea de lo que le esperaba.

Daniela relata que justamente luego del 11 de septiembre de 2001, las visas se anularon automáticamente, por lo que decidió quedarse de manera ilegal, ya que sabía que si regresaba a Bolivia, no podría ingresar nuevamente.

Ser ilegal

Al llegar a Miami lo primero que hizo, como todos los que llegan, fue buscar un trabajo para poder mantenerse.

Si bien la comunidad latina es muy unida, asegura que tuvo que aprender muchas cosas, no solo el idioma, para estar en sintonía con la forma de vivir de la comunidad.

“Lo más difícil es aprender cómo funciona el sistema, no quería que las personas me vieran como una sudamericana más, sino como alguien dispuesta a aprender y a mejorar con las críticas”, señala.

Recuerda con mucha nostalgia la maleta verde con la que se transportaba a todos los castings que la llamaban. Explica que como en Miami no existe un sistema de movilización como en otros estados, uno depende mucho de que las personas le den un aventón. “Por eso todos tienen vehículo y yo sin papeles no podía conseguir permiso para conducir, por lo que tenía que esperar, a veces, muchas horas para que alguien me lleve o me recoja”, asevera.

De hacer casting no se puede vivir, por eso Daniela trabajaba de 16.00 a 04.00 en un restaurante como camarera, en donde hizo un trato con los dueños, que si se le presentaba una entrevista de trabajo en su horario laboral, ella iría pero repondría este tiempo trabajando horas extras. “Sabía a qué hora iba a salir, pero nunca sabía a qué hora iba a llegar. Me sentía emocionada porque estaba escalando y en todo caso si no se daba, iba a morir en la lucha”, comenta.

Su primer trabajo en televisión fue como presentadora en un programa local con mucha audiencia cubana llamado Mikimbin de Miami, y en donde también actuaba en un segmento llamado El Imparcial, donde salía como la novia del dueño del periódico y realizaban críticas a la política y cultura cubana.

Valió la pena la espera

Su meta era clara: Sábado Gigante, incluso cuando era niña, cierta vez le dijo a su madre que ella sería modelo como Lili Estefan, por eso es que durante un año intentó entrar al programa, recibiendo siempre la misma respuesta de parte de los productores: No.

Un día una de las productoras le dice: Daniela, vienes seis veces al día al mismo casting, a lo que le responde: tengo 10 agencias, no puedo fallarle a ninguna y voy a seguir viniendo hasta que tú me digas que no hago falta.

Finalmente Daniela entra al concurso Miss Piernas, del cual se lleva la corona y es así como empieza su carrera de modelo en este programa internacional.

Al lado de un grande

Sabe que el perfeccionismo a la hora de grabar un programa es clave para su profesión.

Daniela cuenta que un día de grabación del programa cuesta entre $us 35.000 a $us 50.000, por lo que los productores, que son más de 350, y el mismo Mario Kreutzberger (don Francisco), exigen mucha disciplina a su elenco de artistas.

“Para mí es un orgullo estar y trabajar al lado de él, porque con dos minutos a su lado, aprendes un mundo”, dice.

Gracias a su buena predisposición de recibir las críticas, es que Daniela ha conseguido en su trabajo, tener a grandes amistades que la han ayudado en los momentos más difíciles, pues al vivir sola y en un país que no es el suyo, muchas veces ha sentido la necesidad de un abrazo o un consejo.

“Mis productoras Leyssy y Massiel me han dado un gran apoyo, porque es difícil estar lejos y sola, siempre hay momentos débiles en los cuales se extraña mucho. Ellas y Jorge ‘Cucho’ Sarmiento que ha sido mi apoyo en el tema actoral”, señala.

Pero no solo trabaja en este programa, también realiza entrevistas para la televisión por internet, para poder ver sus entrevistas, se puede ingresar al portal de Univisión (www.univision.com).

Además al ser formada en Comunicación y Periodismo, Daniela tiene su programa de radio en una de las cadenas más importantes de Estados Unidos, más conocidas como las radios Alarcón. “Soy locutora, productora y operadora al mismo tiempo”, confiesa.

Sueña con su familia

Acepta que no siempre podrá ser modelo, pero esto no le impide soñar de tener su propia familia. Daniela viene de una familia prácticamente de féminas. Tiene cuatro hermanas: Fabiola, Katia, Lorena y Fabiana. Las dos mayores viven en Cochabamba y las menores viven en Virginia. Ella es la hermana del medio.

Actualmente sale con un abogado boliviano-americano, nacido en La Paz y cuenta que se conocieron en una cena de reconocimiento que hizo la comunidad boliviana al empresario Marcelo Claure.

La vida le sonríe a Daniela, que ahora apunta a tener su programa de televisión. “Quiero darle a la gente mensajes de superación, que todo está en la actitud, que ése es el chiste de vivir”, finaliza




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