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Marcela Renjel:“En estos años me preparé y soy más que un rostro de ATB”

“Me siento bastante extraña, rara; es la primera vez que estoy desempleada. Trabajé desde los 17 años en ATB y nunca estuve fuera del ritmo de la televisión. Ya extraño a mis compañeros y voy sintiendo la lejanía, pero voy asimilando la realidad ...”, dice Marcela Renjel sosteniendo una sonrisa en su rostro de líneas suaves y delicadas. Hace unos días regresó de vacaciones a su casa televisora y se encontró con la noticia de que fue transferida a otra ciudad, a Oruro, al lugar donde nació, pero del que partió hace más de 31 años, cuando tenía 17, persiguiendo su sueño de ser presentadora de televisión.


“Una cosa es saber que estás de vacación y que regresarás, pero es muy distinto verte sin empleo y pensar cómo redefinirás tu futuro”, añade la que fue el rostro más conocido de ATB. Se vio obligada a dar “un paso al costado”, añade. No porque no quisiera regresar a su ciudad, sino porque la decisión de cambiarla de destino no le fue consultada, como mandan las leyes laborales, para que pudiese tomar previsiones elementales en su vida, como cambiar de colegio y de universidad a sus dos hijos para no dejarlos solos en La Paz.
Marcela (izq.) con las presentadoras Miriam Claros y María René Duchén.


Corriendo tras los sueños

La orureña tiene 47 años, 31 de ellos en La Paz, todos trabajando en ATB. Mientras piensa en el escritorio que ocupó durante tantos años, los pasillos por los que circuló infinidad de veces, los estudios del canal, la sala de maquillaje, esos lugares que guardan hasta sus secretos, se ve a sí misma a sus 16 años llegando a la televisora, sola, con sus rizos rubios y largos al aire, y con una hoja de vida bajo el brazo que daba fe de que ya tenía experiencia laboral en medios de comunicación. Había trabajado en un canal de televisión y en una radio en Oruro.


“Cuando tenía 15, conocí a don Lalo Lafaye y a Perico Pérez que llegaron a Oruro con su programa Sabadeando. Me invitaron para estar en el programa como modelo, pero vi cómo se desenvolvían los presentadores y quedé cautivada. Por eso, dos años después estaba en La Paz, sola, soñando con trabajar en la televisión”, recuerda.

Como no tenía ninguna recomendación, estuvo como tres meses visitando el canal, buscando una entrevista con los dueños. ATB era la primera televisora privada de Bolivia y se había fundado dos años antes.


“No lo lograba. Los dueños siempre estaban en reunión o de viaje y me hacían volver, y volver”, cuenta. Finalmente, una tarde, la recepcionista le dio la buena noticia de que sería recibida, no por el dueño, pero sí por María Luisa Calderón, gerente general del canal.


“Cuando me vio lo primero que me dijo era que yo era muy jovencita. Le mostré mis certificados de trabajo y aceptó que me hicieran un casting. Lo llamó a Lalo Lafaye, cuando él entró, lo salude y le pregunté si se acordaba de mí. Respondió que sí, pero yo creo que fue por pura gentileza”, cuenta.


A los minutos Marcela estaba en una de las islas del canal, lista para el casting. Su sueño se comenzaba a hacer realidad. Recuerda bien a las personas que estaban con ella en ese momento: el presentador y animador de televisión Lalo Lafaye, el realizador Fernando Vidal y el camarógrafo Remberto Molina.


“Salí del casting emocionada. Tenía que esperar que me llamaran del canal y me llamaron para reunirme con María Luisa Calderón. Ella me comunicó que me habían aceptado en el canal. Era martes y comenzaba a trabajar el sábado, tres días después”, recuerda.
Marcela Renjel con sus hijos Camila (der.) y Fernando (izq.) y su mascota.


Y su primer trabajo en ATB fue el programa musical Acento latino. Ella presentaba las piezas musicales que eran solamente en idioma español. “Hasta entonces todos los programas musicales eran de música en inglés”, explica.


Pero la joven orureña tenía tanto potencial, que al poco tiempo fue convocada para ser presentadora de noticias; mientras tanto Acento latino se convertía en un show internacional en el que ella entrevistaba a estrellas mundiales de la música. “El canal tenía el programa a Todo bingo y traía a artistas de talla mundial, como María Conchita Alonso, Emmanuel, Franco de Vita, Miriam Hernández y Yuri, cuenta.


Y ATB fue creciendo y posicionándose cada vez con mayor éxito, imponiendo incluso formatos en la programación televisiva boliviana. Marcela pone como ejemplo Estudio abierto, una revista informativa presentada a mediodía, “un horario muerto para la televisión”, pero que resultó siendo un éxito y obligó a las otras televisoras a renovarse. Renjel fue elegida para esa nueva propuesta junto a Lorenzo Carri, Cayetano Llobet, Miriam Claros y Adolfo Paco.


La presentadora recuerda con nostalgia esos años de ATB, donde trabajó con personalidades que escribieron la historia de la televisión boliviana, como Wálter Peña, Lalo Lafaye, Perico Pérez, Lorenzo Carri, Cayetano Llobet y Paolo Agazzi. “La mayoría ya partió”, expresa y añade a su lista a mujeres como Rocío Bernal, Gloria Carrasco, María René Duchén, Casimera Lema y Miriam Claros.
Fotos: Freddy Barragán / Página Siete


Y ese crecimiento de ATB Marcela lo reflejó en su vida profesional. Mientras trabajó en la televisora hizo la carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana, tomó cursos de especialización y actualización. “En estos años me capacité y actualicé permanentemente y soy más que un rostro de ATB”, afirma.


La comunicadora tenía planes de crecimiento en el canal. “Pensaba dirigir algún noticiero, porque me preparé para eso estos 31 años. Habían cimas a las que quería llegar, pero no se podrá, se truncó”, expresa.


Es que unos eran los planes de Marcela y otros los de sus jefes. Desde hace un tiempo fue sacada de los horarios estelares del medio. “Fueron instrucciones de mis superiores y las acaté, pero ahora las decisiones se tomaron por encima mío, no fueron consensuadas y por eso me acogí al despido indirecto”, añade.


Pero la comunicadora está lista para iniciar un nuevo ciclo en su vida. Ya recibió algunas ofertas laborales que prefiere estudiar con calma. Tiene una empresa a la que piensa dedicarle más tiempo y, por sobre todo, pasar más tiempo con sus hijos Fernando (de 19 años) y Camila (13), quienes, por el momento, no se sienten seducidos por el mundo de la magia de la televisión.

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