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Sisy Gabriela Arias Paraviciny: “Si mi padre muere, me meto al cajón con él; es mi todo”

Le tocó estar cerca de la parte más dura del mundo real (las noticias), y prefirió poner la mirada en el cielo. Sisy Gabriela Arias Paraviciny (28), la hija menor de Jorge Arias, uno de los socios de Gigavisión, laburó en el canal de TV y descubrió que no era lo suyo. Mientras estudiaba Medicina y trabajaba, se le aclaró el panorama: ama viajar, conocer lugares y detesta el estrés y la presión. Lo suyo era la aviación. Sin contarle a su familia, inició el curso de $us 25.000 en el aeropuerto El Trompillo, y cuando comenzó a escasear el dinero, pidió auxilio a su padre.

Temerosa de que la sacara ‘tostando' de un grito (dice que cuando se enoja es grave), tuvo una respuesta que jamás esperó: “Si es lo que desea, haga las cosas bien y busque una escuela en EEUU”.

Hace un año que vive en Miami, donde estudió la carrera de sus sueños y aunque luce como la chica de la vida perfecta (tiene la licencia estadounidense como piloto comercial, es modelo y estudia actuación), asegura que lograrlo le costó lágrimas y mucha valentía (entre ellas dejar en Santa Cruz a sus dos hijos).

En septiembre regresará junto a su novio, también piloto y con quien planea casarse, con la idea de cumplir sus 1.000 horas de vuelo y después retornar para radicar en EEUU.

¿Qué sentís al volar?
Desde el momento en que chequeo el avión antes de despegar, para ver si está en buenas condiciones, es inexplicable. A veces pensás que un motor puede fallar y que quizás sea la última vez que estás en el suelo, pero luego recuerdo que puedo irme donde sea, y la sensación de estar arriba es increíble.

¿Te has puesto a pensar que la vida de los pilotos es andar en todas partes?
Mi novio y yo estuvimos pensándolo, pero nos entendemos. Ambos sabemos cuánto nos gusta volar y, además, yo solo lo haré un par de años, para tener la sensación de pilotar un avión grande, de tal modo que no se trate de que uno de nosotros se va cuando el otro está llegando.

¿Y el modelaje?

Fue a través de contactos, por una amiga cruceña que estaba aquí y me contactó con su agencia. Hice un primer trabajo para una superfiesta en South Beach, luego hice algún otro evento y las semanas pasadas estuve con una empresa estadounidense en el Fashion Show Week.
Parece que quisieras devorar el mundo...

Cuando llegué aquí, era la primera vez que salía sola de Santa Cruz. Me costó acostumbrarme porque allá tenía una nana que me hacía todo y fui madurando, conocí cosas que no sabía de mí. Hoy siento que puedo hacer todo lo que me proponga.

¿Qué descubriste de vos en esa soledad?
Que me encanta estar sola, leí mucho sobre lo espiritual. A veces pasamos tanto tiempo con los amigos y la familia que no nos detenemos a pensar en lo que queremos. Yo me embaracé a los 17 y a los 20 años, me dediqué a cuidar niños y creí que iba a morir sin hacer muchas cosas, pero este país ha sido tan bondadoso conmigo.

¿Qué tan difícil resultó al principio?
Llegué a Estados Unidos con un dominio del 15% de inglés a estudiar aviación. En algún momento pensé que no iba a lograrlo; de 1.000 palabras traducía 700, pero mi padre siempre estuvo ahí para decirme que no importaba cuánto había que gastar, que nadie nace sabiendo y que yo era valiente. A veces me sentaba en la escuela y se me caían las lágrimas, hasta que obtuve la licencia comercial.

¿Y Gigavisión?

Antes trabajaba con mi papá porque tenía que hacerlo, no por gusto. No me agradaba estar en una oficina y la comunicación no me llama la atención para nada. Veo a mis hermanos que se apasionan, han sacado una revista recién y amanecen escribiendo, incluso en el grupo de la familia hablan de trabajo, tienen el cerebro puesto en las noticias.

Mi mente está en los cielos o en ir a correr, no me gusta vivir presionada. Considero que la vida es constante tensión y ellos lo disfrutan, pero es mucho sacrificio, realmente tiene que gustarte. Los pilotos tienen las vidas de cientos de personas en sus manos. Eso es presión...

Hay diferentes tipos de presión, una de ellas es sacar noticias para que la gente pueda verlas, otra es cargar con las vidas de 300 personas y el dolor de las familias de ellas. A veces pienso que pilotar es como subirse a un carro, y que tu mente y tu cuerpo ya saben lo que tienen que hacer: toca disfrutar el paseo. Los pilotos creemos que lo que hacemos es maravilloso.

¿Por qué regresarás a Bolivia?
Porque necesito hacer 1.000 horas antes de buscar trabajo en una aerolínea grande. La idea es seguir con mi prometido, vivir en Santa Cruz por un año y regresar a EEUU porque él es estadounidense.

Siempre quise salir de Bolivia, siento que me quedó chico porque cuando uno tiene muchas ambiciones necesita expandirse a lugares realmente grandes. El que tiene una licencia estadounidense para pilotar puede ser contratado en cualquier parte del mundo.

Y tu familia en Santa Cruz, ¿no te extraña?
Cuando fui de visita viví con mi padre, charlábamos todas las mañanas. Siempre me manda mensajes diciendo: “La casa te echa de menos”. Pero estamos en contacto.

Hablás mucho de tu padre...

Es mi estrella, mi ángel guardián, el hombre que siempre he admirado, mi superhéroe. No importa la chambonada que me mande, es mi confidente, mi mejor amigo. Siempre me dice: “No importan el tiempo ni el dinero. Tu papá está aquí y mientras viva te daré todo”. Lograba que me sienta respaldada. Es mi todo, si se muere, me meto al cajón con él.
Fuiste madre muy joven. ¿Qué te significó?

Perder mi adolescencia, salir de la escuela, dedicarme a mi hogar, a mis hijos, a mi esposo. Fue un matrimonio muy duro, no tenía amigas, no compartía muchas cosas. Él era mayor, lo intentamos durante cinco años, pero no funcionó y decidimos abrirnos camino.

Tenés dos hijos y lucís increíble...

Es cuestión genética, pero tengo un cuidado constante de mi cuerpo. Como muy sano, nada de chocolates, hamburguesas. Con mi novio preparamos ensaladas, elegimos frutas y corremos mucho. Además, después de mis hijos me hice una lipoescultura y una cirugía en la nariz.

¿Y tu novio?
Los dos sabemos lo que valemos para el otro. Ninguno se cree mejor; es mi otra mitad, no lo cambiaría por nadie, pero si el amor se va, qué puedo decir

Comentarios

  1. seria bueno que respetaran los creditos de los autores de la nota, y la autora soy yo

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  2. ¿¡Quié publicó esto!? ¡Pensé que era @ELDEBER! Leí ahí tu nota, Silvana...

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