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Gisely Ayub Hernández: “Las mujeres a veces preferimos postergarnos”

Siempre le apasionó la actuación pero desde jovencita Gisely Ayub se dedicó al modelaje y a estudiar Sicología, carrera que solo ejerció un año. Hace más de una década decidió retomar lo que considera es su pasión y comenzó a formarse como lo que verdaderamente quería ser: actriz.

No pasa desapercibida por donde va porque, a pesar de su baja estatura, tiene una escultural figura, aquella que hace poco se animó a desnudar en la obra La santa cruz de Sade y que nuevamente se mostrará en la presentación que hará el grupo de teatro dirigido por Diego Aramburo, durante el Festival Internacional de Teatro que se inicia mañana en Santa Cruz.

¿Estás segura que no fuiste seleccionada para el papel solo por tu linda figura?
Desde luego. Cualquier actriz, ya sea flaca o rellenita, podía hacer ese papel. Conociendo al director de la obra, te aseguro que en lo que menos pensó él fue en mi estado físico.

Estabas acostumbrada a modelar lencería, ¿eso te hizo más fácil el desnudo?
Para nada. Una cosa es modelar ropa interior, cosa que dejé hace ya mucho tiempo, porque precisamente no quería que me encasillaran como la femme fatale, y otra muy distinta es actuar desnuda durante toda la obra, que dura 65 minutos, más aún porque no hablo ni una palabra, sino que tengo que expresar todo a través de mi cuerpo.

Los que han visto la obra, creo que pueden darse cuenta de que el desnudo es algo secundario, es parte de un todo. Lo más frustrante para un actor es que la gente salga y se olvide de la obra. Hoy me siento feliz porque mi trabajo ha sido bien calificado.

¿Cómo te animaste?
Tuve que superar pudores y prejuicios. Pasé dos meses en crisis antes de aceptar el papel, pero como admiro el trabajo de Diego, que es irreverente y hace arte, me decidí, más aún viendo la temática transgresora de la obra.

¿No hubo repercusiones en tu trabajo como presentadora?
Algo que debo agradecer muchísimo a ATB es que respetan y me dejan ser libre como actriz. Incluso me apoyan y son flexibles cuando tengo que viajar, ensayar o grabar un video o una película.

¿Y las críticas?
Las acepto de la gente que sé que me va a sumar, de familiares y amigos. Muchos de ellos me llamaban para preguntar por qué esto o aquello, los simbolismos y de último me decían: qué bonita figura y qué coraje.

¿Tuviste miedo o vergüenza?
No pensaba en el desnudo, solo cuando sabía que estaba algún familiar presente. Me preparé sicológicamente desde los ensayos para ello y me fui sacando la ropa paulatinamente hasta quedar desnuda.

¿Crees que la gente fue más por el desnudo que por la obra?
Creo que fueron más por el revuelo mediático que hicieron de la obra, porque vi gente que habitualmente no va al teatro. De toda esa gente quizá la mitad nunca más vuelva porque no le gustó, pero la otra mitad es gente que va a comenzar a consumir teatro y eso es maravilloso.

Acabas de estrenar otra obra
El bello indiferente, dirigida por Ubaldo Nallar, me exige todo lo contrario de La santa cruz de Sade, porque no paro de hablar.

¿Sos una actriz versátil?
Respeto mucho a los actores que se dedican a un solo género, pero a mí me encantan todos, ya sea actuar de niña, de anciana, de mujer recatada o no tanto. Eso me hace crecer como actriz.

¿Alguna vez te hicieron proposiciones indecentes?
Nunca. Algunos hombres me miraban con ojos desorbitados cuando me conocían y sabían que modelaba lencería, pero no les di lugar a que me propongan algo indecente.

¿Cuáles son tus sueños?
Crecer y crecer en información, educación, técnicas y vivencias. Tengo muchas ganas de experimentar más papeles.

¿Y Hollywood?
Eso de ser famosa y llegar al exterior no me quita el sueño, prefiero afianzarme en mis realizaciones personales y ver cuánto he crecido en mi carrera, en mis presentaciones y consolidarme como actriz.
Si se presenta la oportunidad, claro que no me cierro a nada.

¿Postergaste el matrimonio o los hijos por la actuación?
Más bien postergué la actuación por mi vida. Estudié Sicología para darle gusto a mis padres y luego me dediqué a lo que es mi pasión.

¿Te equivocaste de carrera?
No. La tengo como una carrera secundaria. Quizá en lo que erré fue en no estudiar primero actuación.

¿Te gustaría ser mamá?
Sí, pero más adelante. Primero me realizo como actriz y luego tendré un hijo por amor, no lo haré solo por ser mamá.

¿Qué pasó con tu apellido?
No recuerdo a mi padre, de quien tenía el apellido Hernández. Se fue cuando yo era bebé y no lo vi más. Lo justo es que lleve el Ayub de mi madre que es la que me cuidó, me dio de comer, lloró y estuvo siempre conmigo. Inicié el proceso para hacer el cambio pero no lo terminé por falta de tiempo

¿Cómo ves a la mujer hoy?
Hay una gran diversidad. Veo mujeres que se dedican más a su profesión y lo disfrutan, otras que primero se dedican a la casa, al esposo y a ser madres y son felices y también hay algunas que tienen esposo, hijos y trabajan también a tiempo completo. Hoy tienen libertad para hacer lo que les gusta y realizarse en todo aspecto.

¿Qué criticás de la mujer?
Que a veces nos postergamos. Primero ser profesional y luego estudiar arte, casarte y después viajar. Creo que debés hacer todo en el momento que lo deseás. No hablo de vivir la vida loca, pero hacerlo a plenitud y que uno pueda decir: hoy disfruté mi día.

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