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La risoterapia de Grisel Quiroga

En Bolivia son pocas las mujeres dedicadas al humor por televisión, y Grisel Quiroga alcanzó el estrellato en una carrera corta y multifacética. Hugo Daza le dio el empujón para ser actriz en Chaplin Show. No olvidará jamás el jalón de orejas de Carlos Valverde cuando la dirigió en Quién nos creemos que somos, tampoco desaprovechó la oportunidad de remplazar a Analía Roca, de Dame cámara.

Saltó a Unitel y se abrieron grandes oportunidades para triunfar. Tuvo que reparar La batidora (con desperfectos por la salida de ciertos conductores) haciendo el rol de ama de casa juvenil que se divierte con dos hombres (Daniel Pesce y Roberto ‘Chichi’ Kim) luciendo su gran sonrisa, promocionando productos, cocinando, haciendo ejercicios, bailando, con bromas de todo calibre y bloopers. Con sus monólogos fortaleció al equipo de Fuera de chiste, donde volvió a sus raíces de actriz y comediante.
Grisel Quiroga debutó como animadora de Calle 7 de Unitel que plantea algo raro: una producción juvenil en horario estelar nocturno. Con la sonrisa a flor de piel y sin ningún chiste sostuvo la animación durante 100 minutos aproximadamente (su coconductor, Alejandro Delius, tuvo que acomodarse a su ritmo) en el primer programa boliviano basado en un formato creado por TV Nacional de Chile.

Grisel pasó el examen como conductora de un reality, impuso su sello personal en medio de una gigante escenografía, se emocionó con la presentación de los equipos y aguantó el bullicio de las barras

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